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Hallelujah.

Hoy. Me he dado cuenta de lo tonto, inútil y desesperante que es perder el tiempo. No sirve de nada. Es muy díficil evitarlo. En estos momentos, lo estoy perdiendo. ¿Que más da que piense yo? Soy una persona normal y corriente, sin nada excesivamente interesante que contar. Vivo mi vida como cualquiera. Pero soy total y completamente incapaz de callarme. Si me viérais por la calle os aseguro que no me reconocerías por mucho que supiérais de mí. Me limito a admirar a la gente que lo consigue. No por fama, ni extravagancia. Por lo que misteriosamente salta dentro de mí y me obliga a observar a esa persona que consigue llamarme la atención inexplicablemente. ¿Que será lo que me para; lo que me hace contemplar a una persona que no debería de destacar entre el resto? No creo que lo descubra. Nunca. ¿Pero para qué me serviría? Nada. Y es mejor así. No se debe prescindir del factor sorpresa.

Sin Pensar.

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