A veces y con la ayuda de la oscuridad y la luna, dejas de sentirte sola de noche. Dejas de sentirte sobrecogida o presionada y pasas a formar parte de ella. Ya no tendrá tanto que ver con esas dos bellas inmensidades nocturnas, si todos vivimos bajo exactamente las mismas. Es una sensación de esas que sabes que nunca volverán igual porque es momento es único, simple, y demasiado especial de lo poco que lo es, y sabes que has tenido suerte y hoy; en esta hora, te inunda una paz interior y una tranquilidad que no sabrías describir.
Y yo me pregunto, ¿Pasarán estas cosas solo cuando te sientes feliz?
Veamos, no quiero que esto lleve a confusiones; no reniego de aquello que dije y no vengo aquí a decir que todo ha vuelto a su cauce y la 'mala racha' ha terminado. Sólo digo que, el mismisimo tiempo ha seguido diluyendo el dolor poco a poco, que sigue estando ahí y que ahora me siguen causando otras cosas y resulta que hay oasis. Pequeños y largos y grandes y cortos son cada vez más. Por lógica, digamos que acabarán por engullir al vacio y al malestar y al final seré más de lo uno, y menos de lo otro. Pero no creo que lo hagan. Parecerá que si, hasta el momento que no den más de si y ahí es cuando volveré a necesitar esa rotura de todo el ciclo vicioso que lo envuelve todo desde hace meses. Busco esa rotura desde antes de necesitarla o ponerle nombre. Hace mucho tiempo ya.
'Yo' sigue perdida en algún lugar entre oasis y negación de volver a confiar en algo; entre el espejo y la dimensión de mis piernas vistas desde el metro setenta y tres que debo medir ahora.
No venía aquí. Iba a la luna. Pero me paré a recordar leyendo y me perdí en el sueño.
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