Aunque tarde, siempre llega el momento de poner fin a las cosas. Que fue exactamente lo que pasó, después de una semana en la que quise aprender a sentir, y sólo vi como el tiempo se me escapaba junto con él.
Supuse que sería liberador y podría respirar en cierto sentido, pero jamás hubiera dicho que ese cambio iba a poco a poco desligarme de esa parte de mí. No conseguir que se marchara o eliminarla, pero si enterrarla en orgullo y exasperación. Y muy poco a poco fui notando como mis decisiones tenían sus consecuencias, y el tiempo las suyas propias.
Aquí, ahora, el sonido de los coches y la ciudad; ese bullicio moderado me arrulla y me ayuda a expresarme después de tanto tiempo regodeándome en la espera y en el poner fin a un capítulo, que aunque metafórico, algo supone. Tiempo que me ha hecho falta para ganar fuerzas y encerrarme un poco más en mi misma.
Un viaje que me ha hecho falta para demostrarme que sé querer, y se sentir cosas bonitas más allá de lo que conocía. Que él no es el único en el que puedo provocar terremotos y cortocircuitos. Que existen más; muchas más formas de querer que me son desconocidas, cuando ahora me doy cuenta de que creía que la mía era una de la pocas correctas. Pues tal cosa no existe y esas cosas se aprenden. Que el amor no es correcto y tampoco lo es la persona. Ambas, tan distintas y variadas colisionan entre impulsos eléctricos que giran tu mirada a la izquierda y no a la derecha; al lado sombrío en lugar de al cálido o a lo difícil en lugar de lo fácil.
Mi 'desconectar' me hace ahora sentir en cierto modo madura y centrada, más yo, por lo que puede que menos feliz. De nuevo crítica, analítica, solitaria encerrada y melancólica. Pero por lo menos más yo y menos del resto.
Supuse que sería liberador y podría respirar en cierto sentido, pero jamás hubiera dicho que ese cambio iba a poco a poco desligarme de esa parte de mí. No conseguir que se marchara o eliminarla, pero si enterrarla en orgullo y exasperación. Y muy poco a poco fui notando como mis decisiones tenían sus consecuencias, y el tiempo las suyas propias.
Aquí, ahora, el sonido de los coches y la ciudad; ese bullicio moderado me arrulla y me ayuda a expresarme después de tanto tiempo regodeándome en la espera y en el poner fin a un capítulo, que aunque metafórico, algo supone. Tiempo que me ha hecho falta para ganar fuerzas y encerrarme un poco más en mi misma.
Un viaje que me ha hecho falta para demostrarme que sé querer, y se sentir cosas bonitas más allá de lo que conocía. Que él no es el único en el que puedo provocar terremotos y cortocircuitos. Que existen más; muchas más formas de querer que me son desconocidas, cuando ahora me doy cuenta de que creía que la mía era una de la pocas correctas. Pues tal cosa no existe y esas cosas se aprenden. Que el amor no es correcto y tampoco lo es la persona. Ambas, tan distintas y variadas colisionan entre impulsos eléctricos que giran tu mirada a la izquierda y no a la derecha; al lado sombrío en lugar de al cálido o a lo difícil en lugar de lo fácil.
Mi 'desconectar' me hace ahora sentir en cierto modo madura y centrada, más yo, por lo que puede que menos feliz. De nuevo crítica, analítica, solitaria encerrada y melancólica. Pero por lo menos más yo y menos del resto.
Siento que mi cabeza reacciona por fin en busca de algo, que mi subconsciente sabe y que me desapacigua a lo largo de las horas; pero se vivir con el ceño fruncido. Si. Vivir. Así tambien se vive, con medias sonrisas e ironía hay quien disfruta de forma sincera . No todos necesitamos risas de película, amores románticos, amigos de confianza y vidas perfectas para ser felices; cada cual encuentra su arte.
Pongo un punto y final, a un capítulo muy pequeño que quise abrir para ayudarme a mí y no a vosotros a entenderme. Un capítulo, parte de una historia, que procede de un libro tan largo, que creo que jamás llegaré a escribir.
Pongo un punto y final, a un capítulo muy pequeño que quise abrir para ayudarme a mí y no a vosotros a entenderme. Un capítulo, parte de una historia, que procede de un libro tan largo, que creo que jamás llegaré a escribir.
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