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Green Green Grass.

06.07.2015

Anochece de nuevo. Me miro al espejo y veo mis ojos húmedos y enrojecidos en mitad de este calor seco de corazón helado. Petrificado.

Es de esos días en que no entiendo el mundo, no entiendo su ritmo, ni sé a quién llevo dentro. Es de esos días en que todo eso me importa. Hay otros que no. En los que olvido que hay más que sonrisas flotando en nubes de uno a otro lado. De que la vida son altibajos de lo más estúpido. Que hay demasiado que no sé, y mucho más que no sé hacer; días en que olvido que todo eso me duele muchísimo. Solo yo sé como me duele, y es un dolor que no puedo compartir, porque no sé cómo. O creo al menos que no sé. Que es eso de lo que va todo esto. 

No puedo decirte lo mucho que me duele, escribírtelo, dibujártelo, retratarlo... Sólo sé intentarlo. Y algunas veces se me da mejor que otras. A veces se me da fatal y mi corazón chilla estridente. En silencio, o con lágrimas inútiles que empeoran todo. No me acostumbro a ellas. Creo que debo afrontar lo que sea que salta, pero solo puedo pensar en huir de ello porque me dan ganas de desaparecer.

Tengo pavor al miedo. Y miedo a asustarme por sentir que no soy lo suficientemente buena. Tengo el recuerdo de cuando si que confiaba en lo que sea que me compone y se me viene a la mente un pensamiento oscuro que no soy capaz ni de sentir: ¿Por qué no me he derrumbado ya? Parece que tengo todas las cartas que me dicen que debo dejar de sonreir, y pararme mucho más a llorar por todo aquello que no soy. Y no podré ser mañana tampoco. Y todo el tiempo que pierdo lamentándome, y lo mucho que lo pierdo cada vez que lo intento.

Me he quedado pensando en por qué nos acordamos de los demás y echamos a llorar; tenemos ganas de compartir y de que nos quieran cuando lo pasamos peor. ¿Por qué no somos capaces de dejar de ser egoístas cuando las cosas van bien y los demás pueden disfrutar de nuestra felicidad? No me gustan nuestras prioridades.

Humanos. Imperfectos de mala manera. Hedonistas.


09.07.2015

Ha sido una semana preciosa. He disfrutado de todo lo bueno que me rodeaba. He tenido la maravillosa suerte de estar viviéndolo todo en vez de pensar en ello. He dejado las horas pasar tan rápido como veía a las estrellas moverse de noche. Sin preocuparme de cual era la percepción temporal correcta. Sin preocuparme de si estaba utilizando mi tiempo como debía. Sólo con luz en los ojos y ganas de más. Ávida de más. Más de todo. De todos. De cualquier lado.

Y en esos momentos en que me daba cuenta de lo feliz que era, me dejaban mi momento dorado para sonreír como una tonta al infinito y cantar un poco más alto. Amé esos momentos. Amaba mi suerte, el amor que me rodeaba y el que andaba un poco más lejos. Quería que el ahora no se acabara nunca.

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