"Lo primero que necesita [usted] saber es que ni son raras ni son tierras."
- Henrik Stiesdal
Las llaman 'raras' porque es difícil encontarlas en estado puro, pero lo cierto es que el cerio, uno de los 15 elementos que las conforman, es uno de los elementos más comunes de todo el mundo.
La parte de la 'tierra' procede únicamente de una denominación arcaica de los óxidos, algo que se disuelve en ácido.
Se hace difícil terminar.
Ya se me hace difícil pensar en empezar de nuevo.
Los minutos pasan, y siento todo mi cuerpo expectante. Incapaz de quedarse inmóvil disfrutando el momento.
Mis temores se cumplen y mi cerebro agotado continúa girando sus engranajes. Sin ver el final. Sin descanso. Sin frenar el ritmo de entrega crónica tan enfermizo que le he impuesto los últimos meses.
Y al llegar el final, la disolución no es completa. Algo falla como lleva fallando ya tanto tiempo. Y me asusta.
Llegar a la meta y no poder desconectar. Sentirme atada sin algo que tire de mí. Haberlo dado todo en el camino, y que ya no me quede nada, y que otros... Otros lo tengan todo.
Nunca me he considerado, de esas personas que sufren por ver que los demás no lo hacen. No he sido envidiosa. Competitiva, recelosa, perfeccionista, desconfiada; llamadme todo eso, y tendréis razón. Pero tan cierto es eso, como que esta ciudad ha hecho algo conmigo. Me ha hecho hueca de tantas maneras que no sabría por donde empezar. Plana y banal. Me ha hecho incompleta, al enseñarme todo lo que me falta, que yo no tengo y otros sí. Ilusa, porque quiero aferrarme a todo, aunque no haya dejado de decepcionarme desde el principio. Tímida, temerosa del rechazo, tanto que parece que pesa más eso, que lo incómoda que me siento a veces en mi piel por la imagen que tienen los demás de mí.
Yo no era así. Pero yo no soy la de antes y ya no sé a qué llamar 'yo'. Y nadie lo sabe.
Nadie sabe, lo mucho que me esta costando encontrarme aquí. El daño que me está haciendo esta ciudad para enseñarme. Hay cosas que prefería tal y como estaban. A veces deseo con todas mis fuerzas que se acabe este 'estado transitorio' por el que dicen tengo que pasar. Aunque son más las veces que pienso que no lo es, y que los espejismos de mi percepción aquí son permanentes; que mi tiempo en la Ciudad del Emperador es un sinónimo más del desequilibrio.
Y siento como mi mente se prepara para asumirlo. Que esto es algo a largo plazo. Solo me pregunto mientras, si alguna vez encontrare el coraje de nuevo para sentirme en casa. Si volveré a estar tan segura como para usar el posesivo sin titubear.
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