No estoy segura de esta es la forma correcta. Si ése es el título que debe llevar. No sé si esto me libera ya. Si consigo algo así.
Pero más me vale intentarlo.
Hace mucho mucho tiempo, me olvidé de ser. Me olvidé de sentir para mí. De cómo hacer que las cosas salgan de dentro. Hace mucho tiempo. Empecé a moverme con el viento, siguiendo el calendario. Parando a lo largo de la carretera para evadir el momento en el que me iba a romper. Porque sabía que ocurriría tarde o temprano. De un lado a otro sin importar el camino, y en cierto modo a sabiendas de que al llegar tampoco me importaba el destino. Soñando con el mañana, porque era el día en que depositar mis esperanzas. No sé cuando fue la última vez que algo llego tan adentro que fui incapaz de no sentirlo. La última vez en que mis sentimientos me inundaron sin avisar y llenaron todo.
Aquí huele bien. No es nada mágico, es el perfume de la vela a mi derecha. Estoy de nuevo tumbada aquí, en el lugar en el que con una taza de café y la página en blanco, encontraba mi hogar. Pero no se hasta qué punto estoy aquí realmente. No sé cuánto de este sitio sigue siendo mío. Durante meses lo ha llenado el silencio y el polvo. Nadie ha mirado con anhelo más allá de las vistas de mi ventana y nadie ha acogido la lánguida luz blanca del sol que brilla entre unas nubes que sólo están aquí. Aquí y en ningún sitio más.
Ojalá pasara eso conmigo. Ojalá no tuviera la sensación de estar siempre rajada, soñando despierta, esperándo algo mejor. Dividida en partes espectrales, de las que suelo hablar mucho, pero que nadie nunca ha visto. Y yo hace mucho mucho tiempo que las ví por última vez. Sin vivir lo que tengo delante por la convicción de que pase lo que pase, podría ser mejor. Decepcionada inadvertiblemente por todo y por todos, porque parece que nunca es suficiente. Nunca descanso.
Y él me asusta. Él ha sido el único con el que no he pensado más allá. Porque me siento llena de una sensación que me resulta extraña. Que no hace falta nada más. E intenta entenderme. A 4000km de distancia. Se le da muy mal. Y sus palabras me asustan porque no quiero que tenga razón, no quiero creerlo y creo, que tengo más posibilidades que él de estar en lo cierto. Querría ser yo la que decide, sobre muchas más cosas de las que lo hago y lo he hecho los últimos meses y me pregunto, ¿Qué coño ha pasado de camino hasta aquí? ¿Y quien puede ayudarme?
Mejor dicho, ¿Cómo puedo ayudarme?
Esto es, de las cosas más personales que he sentido jamás. Esta búsqueda que no sé si he empezado, es uno de los momentos más importantes hasta ahora porque ya he vivido sus consecuencias. Y el peor de los escenarios posibles es que se repita todo desde el principio. Porque entonces si que creo que no escapo del bucle. Por eso no puedo dejar a nadie terminar de entrar. Porque si no perdería el sentido.
Pero más me vale intentarlo.
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Hace mucho mucho tiempo, me olvidé de ser. Me olvidé de sentir para mí. De cómo hacer que las cosas salgan de dentro. Hace mucho tiempo. Empecé a moverme con el viento, siguiendo el calendario. Parando a lo largo de la carretera para evadir el momento en el que me iba a romper. Porque sabía que ocurriría tarde o temprano. De un lado a otro sin importar el camino, y en cierto modo a sabiendas de que al llegar tampoco me importaba el destino. Soñando con el mañana, porque era el día en que depositar mis esperanzas. No sé cuando fue la última vez que algo llego tan adentro que fui incapaz de no sentirlo. La última vez en que mis sentimientos me inundaron sin avisar y llenaron todo.
Aquí huele bien. No es nada mágico, es el perfume de la vela a mi derecha. Estoy de nuevo tumbada aquí, en el lugar en el que con una taza de café y la página en blanco, encontraba mi hogar. Pero no se hasta qué punto estoy aquí realmente. No sé cuánto de este sitio sigue siendo mío. Durante meses lo ha llenado el silencio y el polvo. Nadie ha mirado con anhelo más allá de las vistas de mi ventana y nadie ha acogido la lánguida luz blanca del sol que brilla entre unas nubes que sólo están aquí. Aquí y en ningún sitio más.
Ojalá pasara eso conmigo. Ojalá no tuviera la sensación de estar siempre rajada, soñando despierta, esperándo algo mejor. Dividida en partes espectrales, de las que suelo hablar mucho, pero que nadie nunca ha visto. Y yo hace mucho mucho tiempo que las ví por última vez. Sin vivir lo que tengo delante por la convicción de que pase lo que pase, podría ser mejor. Decepcionada inadvertiblemente por todo y por todos, porque parece que nunca es suficiente. Nunca descanso.
Y él me asusta. Él ha sido el único con el que no he pensado más allá. Porque me siento llena de una sensación que me resulta extraña. Que no hace falta nada más. E intenta entenderme. A 4000km de distancia. Se le da muy mal. Y sus palabras me asustan porque no quiero que tenga razón, no quiero creerlo y creo, que tengo más posibilidades que él de estar en lo cierto. Querría ser yo la que decide, sobre muchas más cosas de las que lo hago y lo he hecho los últimos meses y me pregunto, ¿Qué coño ha pasado de camino hasta aquí? ¿Y quien puede ayudarme?
Mejor dicho, ¿Cómo puedo ayudarme?
Esto es, de las cosas más personales que he sentido jamás. Esta búsqueda que no sé si he empezado, es uno de los momentos más importantes hasta ahora porque ya he vivido sus consecuencias. Y el peor de los escenarios posibles es que se repita todo desde el principio. Porque entonces si que creo que no escapo del bucle. Por eso no puedo dejar a nadie terminar de entrar. Porque si no perdería el sentido.
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