Hoy es una de esas tardes que pensé que ya habrían acabado y continuaron vivas y prendidas como una vela que no quiere extinguirse. La luz titila hoy.
Hoy mi día está lleno de contradicciones. Está lleno de deber en condicional y acompañado por 'peros'. Parecen decepciones de visiones en el mundo. De ideas. De autoestima.
Es muy extraño. En mitad de estos fragmentos rotos que intento poner en orden por sanarme una vez más he pensado en esa máquina blanca y pequeña que encendías al llegar a casa de noche. Aquella que rellenabas de aceite y que parecía ser el único concepto de religiosidad que conocías. Atizaba toda la habitación y la llenaba de aire ahumado con esencia de algo entre químico y natural. Quizás durmieras mejor con ello, con el único pedazo de rutina sana que yo pensé que tenías.
Lo cierto es que estoy recogiendo pedazos en esta tarde tan rara y me he acordado de esa canción que le encontré guardada y escondida. Esa que escucho ahora y que hacía años que no me pasaba por la cabeza. También hacía años que no te pensaba a ti y ahí estabas. Y yo sin buscarte y sin atreverme. Observando como tonta desde la distancia lo inexplicable de mis sentimientos, del tiempo y de todo lo que ha pasado. En aquel momento te convertiste de nuevo en todo. En todo lo que no quiero ser y he conseguido y en todo aquello que por no ser, tampoco es mío. Parecías tan frágil. Pequeña. Imperceptible. Y tan apoderada de tu soledad como yo lo estaba cuando esto era una extensión de mi cerebro.
Ahí mismo, donde estaba ella hace un par de días estaba ella, he visto hoy a aquel a quien mis intestinos me han dicho que sigo teniendo que enseñarle mi cara fuerte. Mucho más tampoco puedo dedicarte, solo creo que no necesito verte. A ti tampoco he querido acercarme.
Al contrario de la creencia popular, no estoy en mi mejor momento. No será la forma, ni el sitio, ni el lugar. Quizás debería estar ahora mismo hablando con alguien, más que sacando todo esto a relucir a la luz del teclado. Pero en esta tarde ya no tengo ganas de nada.
Y todavía me quedas tú sin mencionar ¿Por qué no podías quererme algo más hoy?
Me ha vaciado un poco caminar junto a ti, amigo, pero no ha sido lo único hoy que me ha dado que pensar y dar la vuelta. Me alegro de que seas feliz; feliz y tan seguro. Yo ahora, no estoy ahí. Ya nos veremos.
Esto no se ha acabado. La tarde tampoco. Sigue ahí. Titilando sin saber si ya he dicho todo y va siendo hora, de apagar una llama más.
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