El ser humano persigue la felicidad. Suele ser lo que quiere todo el mundo. Ser feliz. La felicidad es algo distinto para todo el mundo. Una persona. Una acción. Una relación. Un coche. Una casa. Una familia. En resumen hay infinitas maneras de ser feliz. Todo lo que nos rodea nos puede hacer felices. ¿Lo somos siempre? No. Si podemos serlo ¿Porque no lo somos? ¿Porque sería estúpido ser feliz siempre? ¿No tenemos tiempo? ¿Gasta mucha energía? ¿Porque algunos tenemos una sonrisa fea? No, eso no. Para ser feliz no hace falta sonreír. Yo tengo mi propia teoría. Tenemos miedo. Miedo de ser felices. Si eres feliz, en cualquier momento esa felicidad se puede perder. Las personas por ejemplo. Somos inestables, tan pronto como creas que a una persona le importas de verdad, te asesta una puñalada, o lo que es lo mismo, empiezas a desconfiar. Yo lo admito. Me he empezado a dar cuenta de que tengo miedo a que las personas sea cual sea, y sin razón, me asesten esa puñalada. Ya una vez fui feliz inocentemente, pensando que todo podía seguir así. No sé que vino primero si mi desconfianza o el batacazo. Pero ocurrió. Así que al contrario de lo que muchos supongo estaréis pensando, quiero animaros a todos a que no tengáis miedo y disfrutéis de esa felicidad como si fuera vuestra última oportunidad. No podemos vivir siempre con miedo a ser felices. Yo me aplico el cuento.
Como sí la sensación fuera insólita y única; así es como se siente. Repetir la misma historia pensando que algo cambiará . Me da igual que es distinto o siquiera si lo hay. Soy completamente feliz al sentir eso de nuevo. Al sentir que algo estalla si lo escuchas nombrar; ponerte a pensar y sorprenderte analizando cada segundo recordándolo. Aún así no es eso lo que más me alegra, lo que más me despierta. Es ver que sigo viva por dentro, saber que todavía me queda algo de ilusión que derrochar por una causa distinta a aquello que me hizo librar silenciosas guerras en mi interior y escalar montañas que sólo yo podía ver; que hizo pensar y sufrir a más de uno, aún con miles de kilómetros de por medio. Y que ahora visto con ojos bien poco objetivos, tanto me costó y tan poco me devolvió . No estoy segura de si mereció la pena y tampoco lo estoy de que lo siguiente si la valga; pero no me cuesta ver que quiero salir de aquí como sea, porque si lo bueno de esos días tan grises vestidos de ros
Comentarios
Publicar un comentario