Girl at Party: Mistakes
Entre la luz y el abismo más oscuro, siempre se forzaba a si misma a encontrar una razón para la esperanza. Por estúpida, trivial o materialista que aquello a veces fuera. Lo necesitaba deseperadamente. A veces las tardes de cafeína y música, mientras el tiempo pasaba imperceptiblemente; no eran suficiente para terminar de salvarla de la complejidad de sus ingenios.
Los pensamientos y las expectativas del alma inexperta la habían llevado a creer que aquella noche; que llegó a parecerle tan lejana; curaría un poquito el desasosiego y el sentimiento de aislamiento que la recorrían en los peores momentos. No había nada más inofensivo que una noche en la mejor compañía de perfectos extraños para dejarse llevar por el momento. Así volvería a demostrarse a sí misma que era capaz de tener el control.
Se vió en medio de todo cuando menos lo esperaba. Disfrutando de todo aquello que había supuesto y creado en su mente; poco a poco las expectativas se cumplían, dejándo buenos recuerdos en cada segundo que pasaba. Mejor incluso de lo que podría haber imaginado.
Quizás tuvo que ver con eso. Con que uno de sus pilares, se derrumbra a su lado y ella no pudiera hacer nada por evitarlo. Nadie lo sabrá.
Lo cierto es que lo estaba pasando bien, y aquello la despertó de su corto e irreal sueño. La dejó inmóvil, por dentro y por fuera. No fue capaz de hacer nada, y una vez más había perdido el control.
No lo recuerda así. No ve quizás cual fue el verdadero detonante del verdadero desequilibrio. Empiezo a sospechar que ni siquiera fue allí. Pero desde luego dejó muchas cosas al descubierto.
Vagando; buscando algo que hacer, un sitio donde encajar, aunque fuera un poco a presión, pasó las horas; consciente de que cada burbujita que explotaba, consumía las horas.
La consecuencia de aquella estupidez que estaba cometiendo, tenía que llegar. Perdida como nunca antes; a gusto durante unos segundos, se vió súbitamente arrastrada por su condenada inocencia. Aunque después nadie la llamaría así. No tardó más de cinco segundos en preguntarse a si misma que hacía, y reconocer que había cometido un error; pero el pilar a su mano derecha, no estuvo ahí para sacarla de su ensimismamiento. Ahí quedó, suspendida en mitad de la nada.
Un buen recuerdo con un gran paréntesis.
Entre la luz y el abismo más oscuro, siempre se forzaba a si misma a encontrar una razón para la esperanza. Por estúpida, trivial o materialista que aquello a veces fuera. Lo necesitaba deseperadamente. A veces las tardes de cafeína y música, mientras el tiempo pasaba imperceptiblemente; no eran suficiente para terminar de salvarla de la complejidad de sus ingenios.
Los pensamientos y las expectativas del alma inexperta la habían llevado a creer que aquella noche; que llegó a parecerle tan lejana; curaría un poquito el desasosiego y el sentimiento de aislamiento que la recorrían en los peores momentos. No había nada más inofensivo que una noche en la mejor compañía de perfectos extraños para dejarse llevar por el momento. Así volvería a demostrarse a sí misma que era capaz de tener el control.
Se vió en medio de todo cuando menos lo esperaba. Disfrutando de todo aquello que había supuesto y creado en su mente; poco a poco las expectativas se cumplían, dejándo buenos recuerdos en cada segundo que pasaba. Mejor incluso de lo que podría haber imaginado.
Quizás tuvo que ver con eso. Con que uno de sus pilares, se derrumbra a su lado y ella no pudiera hacer nada por evitarlo. Nadie lo sabrá.
Lo cierto es que lo estaba pasando bien, y aquello la despertó de su corto e irreal sueño. La dejó inmóvil, por dentro y por fuera. No fue capaz de hacer nada, y una vez más había perdido el control.
No lo recuerda así. No ve quizás cual fue el verdadero detonante del verdadero desequilibrio. Empiezo a sospechar que ni siquiera fue allí. Pero desde luego dejó muchas cosas al descubierto.
Vagando; buscando algo que hacer, un sitio donde encajar, aunque fuera un poco a presión, pasó las horas; consciente de que cada burbujita que explotaba, consumía las horas.
La consecuencia de aquella estupidez que estaba cometiendo, tenía que llegar. Perdida como nunca antes; a gusto durante unos segundos, se vió súbitamente arrastrada por su condenada inocencia. Aunque después nadie la llamaría así. No tardó más de cinco segundos en preguntarse a si misma que hacía, y reconocer que había cometido un error; pero el pilar a su mano derecha, no estuvo ahí para sacarla de su ensimismamiento. Ahí quedó, suspendida en mitad de la nada.
Un buen recuerdo con un gran paréntesis.
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