Sentirse agotada. Ese momento, que no sabes si considerar como "noche", "mañana" o "madrugada". Mañana pagaré la insensatez que cometo al robarle horas al sueño por una causa perdida.
Ya ni siquiera yo soy capaz de interpretar las ambigüedades que el cerebro me manda a escribir. No sé a que se refiere.
Puede ser, que mi causa perdida sea él y lo poco que ahora representa; únicamente me queda un cada día más vago recuerdo, de algo a lo que no soy capaz de ponerle nombre. Me aburre a mi misma pensar que todavía pueden seguir pasando las horas, sin darme cuenta, pensando.
Pero visto de esa misma manera, cabe la posiblidad de que esa causa perdida sea yo. Que sea incapaz de terminar de superar las cosas por miedo a perder un bonito y falso recuerdo, no poder definirme a mí misma y no saber quién soy, sentirme perdida... No quiero creer que no haya nada que yo pueda hacer para evitarlo, pero como siempre, mis ganas de solucionar las cosas no bastan y mis búsquedas resultan infructuosas.
Parece imposible que algo me salga bien por una vez.
Soy reacia a concentrarme en lo que tengo que hacer y no consigo lo que espero de mí. Aquellos que me quieren incondicionalmente se sienten amenazados por ese constante e incompresible mal humor. Me siento desligada de Ellos; apartada y dejada de lado en los peores momentos. El resto del mundo parece tener derecho a opinar sobre todas y cada una de mis decisiones. Mi comportamiento parece afectar directamente a todos, pero soy ignorada cuando necesito alguien ahí. Aquel que antes podía arreglarme, se pierde entre la multitud. Ninguna de mis convicciones al respecto parece ser acertada. No elijo bien mis compañías porque me cuesta diferenciar entre las buenas y las malas...
Me siento terrible e irremediablemente sola... Y no sé cómo evitarlo. Todo lo que intentado hasta ahora ha acabado en error.
¿Qué me queda por hacer? No puedo seguir sentada esperando a que algo cambie y entonces ser rescatada. Puede que ese tiempo termine de matarme por dentro.
Ya ni siquiera yo soy capaz de interpretar las ambigüedades que el cerebro me manda a escribir. No sé a que se refiere.
Puede ser, que mi causa perdida sea él y lo poco que ahora representa; únicamente me queda un cada día más vago recuerdo, de algo a lo que no soy capaz de ponerle nombre. Me aburre a mi misma pensar que todavía pueden seguir pasando las horas, sin darme cuenta, pensando.
Pero visto de esa misma manera, cabe la posiblidad de que esa causa perdida sea yo. Que sea incapaz de terminar de superar las cosas por miedo a perder un bonito y falso recuerdo, no poder definirme a mí misma y no saber quién soy, sentirme perdida... No quiero creer que no haya nada que yo pueda hacer para evitarlo, pero como siempre, mis ganas de solucionar las cosas no bastan y mis búsquedas resultan infructuosas.
Parece imposible que algo me salga bien por una vez.
Soy reacia a concentrarme en lo que tengo que hacer y no consigo lo que espero de mí. Aquellos que me quieren incondicionalmente se sienten amenazados por ese constante e incompresible mal humor. Me siento desligada de Ellos; apartada y dejada de lado en los peores momentos. El resto del mundo parece tener derecho a opinar sobre todas y cada una de mis decisiones. Mi comportamiento parece afectar directamente a todos, pero soy ignorada cuando necesito alguien ahí. Aquel que antes podía arreglarme, se pierde entre la multitud. Ninguna de mis convicciones al respecto parece ser acertada. No elijo bien mis compañías porque me cuesta diferenciar entre las buenas y las malas...
Me siento terrible e irremediablemente sola... Y no sé cómo evitarlo. Todo lo que intentado hasta ahora ha acabado en error.
¿Qué me queda por hacer? No puedo seguir sentada esperando a que algo cambie y entonces ser rescatada. Puede que ese tiempo termine de matarme por dentro.
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