Herida por mí. Abandonada por ellos. Ignorada por el resto.
Ahora mismo de por sí, no se lo que hago. No sé hasta que punto he logrado convencerme a mi misma de que no me mueve lo mismo de siempre. Y aunque sea otro tema, os lo cuento, porque sé que necesito creerme agarrada a algo. Lo necesito.
Aunque él tenga razón, no tienen excusa. Todos parecen tener algo mejor y más importante que hacer, pero incluso con esas no es tan difícil apartar diferencias por preocuparse por alguien a quien quieres. El resto lo ha hecho ahora por mí. Ahora y siempre que lo he necesitado, y por tercera vez ya son ellos quienes me torturan y llenan mis ojos de lágrimas en los momentos más inoportunos.
Llamádme todo lo que queráis pero tengo la ligera impresión de que siempre soy yo a la que dejan de lado y de la que prescinde todo el mundo, tanto si quiero como si no. Lo que yo crea o sienta da igual, no importa.
No me han dado voz en el momento en el que más la necesito y todo lo que creía conocer y pensaba que me llenaba o se desmiente o desaparece como un hermoso palacio de hielo, deformándose, encogiendo y contorsionándose de mil dolorosas maneras hasta que acaba siendo un estúpido charco.
No sé en que creer, qué esperar y dónde plantar la semilla de la esperanza. Desganada vago; sin nada que hacer, que me proporcione felicidad; viviendo con un anhelo tan constante como el desagrado que reprimo.
Siempre acabo dónde no quiero acabar, y nunca soy capaz de estar satisfecha con aquello que digo. Pero sólo es una, de todas esas cosas que se acumulan dentro de mi expresión frustrada.
Ahora mismo de por sí, no se lo que hago. No sé hasta que punto he logrado convencerme a mi misma de que no me mueve lo mismo de siempre. Y aunque sea otro tema, os lo cuento, porque sé que necesito creerme agarrada a algo. Lo necesito.
Aunque él tenga razón, no tienen excusa. Todos parecen tener algo mejor y más importante que hacer, pero incluso con esas no es tan difícil apartar diferencias por preocuparse por alguien a quien quieres. El resto lo ha hecho ahora por mí. Ahora y siempre que lo he necesitado, y por tercera vez ya son ellos quienes me torturan y llenan mis ojos de lágrimas en los momentos más inoportunos.
Llamádme todo lo que queráis pero tengo la ligera impresión de que siempre soy yo a la que dejan de lado y de la que prescinde todo el mundo, tanto si quiero como si no. Lo que yo crea o sienta da igual, no importa.
No me han dado voz en el momento en el que más la necesito y todo lo que creía conocer y pensaba que me llenaba o se desmiente o desaparece como un hermoso palacio de hielo, deformándose, encogiendo y contorsionándose de mil dolorosas maneras hasta que acaba siendo un estúpido charco.
No sé en que creer, qué esperar y dónde plantar la semilla de la esperanza. Desganada vago; sin nada que hacer, que me proporcione felicidad; viviendo con un anhelo tan constante como el desagrado que reprimo.
Siempre acabo dónde no quiero acabar, y nunca soy capaz de estar satisfecha con aquello que digo. Pero sólo es una, de todas esas cosas que se acumulan dentro de mi expresión frustrada.
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