Es tiempo sin tumbarme frente a la hoja en blanco y la barrita parpadeante. Pero esque también es tiempo vacío. Tiempo perdido. Tiempo estancada, trabada, sin avanzar ni un paso y sin atreverme a retroceder. Es tiempo dolida y decepcionada. Por rachas. A veces creo que ese tiempo me ha ayudado a olvidar; no, que digo, a llevarlo mejor. Y es que podría estar mucho peor. Lo recuerdo mucho peor.
Podría sentirme derrotada, sin apoyo ni agarre o algo en lo que creer. Dios, si no estuviera ella moriría.
No es eso ahora. Sólo estoy quieta; inmóvil, intentando no perder demasiada energía para no pasarlo peor, y demasiado asustada al parecer, para enfrentarme a un riesgo que no me reporta seguridad.
Me cansa verme hablar de lo mismo una y otra vez, demostrárme que nada es distinto ni parece querer cambiar. Que seguiré sintiéndome sóla entre la multitud; evitando todo sentido literario, porque la horrible verdad es que lo estoy. Que me hace falta algo más para re-aprender a vivir y que mi cerebro parece no terminar de asimilar que hay cosas que (por lo menos deseo) he dejado atrás. Se deja llevar por los mismos irrelevantes y estúpidos problemas que antaño; provocados por exactamente las mismas personas (o casi), y de la misma manera. Quiere caer, una vez tras otra. Es tan temerario...
Por supuesto que lo freno. Me paso el dia poniéndole un límite a mis pensamientos, deseos, ganas y ocurrencias, todo por el miedo dar de nuevo un paso en falso, y tropezar, como aquel ser humano del que todos hablan, con la misma piedra dos veces.
Y os confieso otro fallo irremediable de la ecuación: El destino. El futuro. Las circunstancias. El porvenir.
Si todas o cualquiera de esas realmente existieran, os aseguro que estarían luchando contra mí. Día a día el cambio parece más lejano y la satisfacción más inalcanzable. Siempre jugando conmigo y ese incierto horizonte que se ondula y revuelve antes de desintegrarse para aparecer reluciente y deseable; pero a lo lejos de nuevo. Ese tiempo pasa y pasa, es como si el mundo caminara dejándote a tí atrás hecha un ovillo en la cama y planteándote cosas que no deberías, quejándote de cosas que desearías cambiar y con la constante e insufrible falta de voluntad.
Le he dado un nombre; "Hysterya". así es como se llama ella.. Ella el eso que me hacía levantarme de la cama a caminar por y con el mundo. Ella ya no está. Se ha marchado y la quiero de vuelta. Lo antes posible. La necesito. El revuelo de actividad que me recorría la espalda de abajo arriba provocando ese imparable terremoto que era la yo que añoro y admiro. Aquello de lo que me enorgullecía ya no está ahí. Lo notaréis en mis palabras, en el tiempo que he tardado en decidirme a pasarme por aquí o en lo que tardaré en hacerlo de nuevo. Necesito ese empujón que me emergerá de dentro si el horizonte vuelve a ser brillante. Y no me valen medias verdades. Debe ser resplandeciente para volver a hacer que todo gire como deba.
Podría sentirme derrotada, sin apoyo ni agarre o algo en lo que creer. Dios, si no estuviera ella moriría.
No es eso ahora. Sólo estoy quieta; inmóvil, intentando no perder demasiada energía para no pasarlo peor, y demasiado asustada al parecer, para enfrentarme a un riesgo que no me reporta seguridad.
Me cansa verme hablar de lo mismo una y otra vez, demostrárme que nada es distinto ni parece querer cambiar. Que seguiré sintiéndome sóla entre la multitud; evitando todo sentido literario, porque la horrible verdad es que lo estoy. Que me hace falta algo más para re-aprender a vivir y que mi cerebro parece no terminar de asimilar que hay cosas que (por lo menos deseo) he dejado atrás. Se deja llevar por los mismos irrelevantes y estúpidos problemas que antaño; provocados por exactamente las mismas personas (o casi), y de la misma manera. Quiere caer, una vez tras otra. Es tan temerario...
Por supuesto que lo freno. Me paso el dia poniéndole un límite a mis pensamientos, deseos, ganas y ocurrencias, todo por el miedo dar de nuevo un paso en falso, y tropezar, como aquel ser humano del que todos hablan, con la misma piedra dos veces.
Y os confieso otro fallo irremediable de la ecuación: El destino. El futuro. Las circunstancias. El porvenir.
Si todas o cualquiera de esas realmente existieran, os aseguro que estarían luchando contra mí. Día a día el cambio parece más lejano y la satisfacción más inalcanzable. Siempre jugando conmigo y ese incierto horizonte que se ondula y revuelve antes de desintegrarse para aparecer reluciente y deseable; pero a lo lejos de nuevo. Ese tiempo pasa y pasa, es como si el mundo caminara dejándote a tí atrás hecha un ovillo en la cama y planteándote cosas que no deberías, quejándote de cosas que desearías cambiar y con la constante e insufrible falta de voluntad.
Le he dado un nombre; "Hysterya". así es como se llama ella.. Ella el eso que me hacía levantarme de la cama a caminar por y con el mundo. Ella ya no está. Se ha marchado y la quiero de vuelta. Lo antes posible. La necesito. El revuelo de actividad que me recorría la espalda de abajo arriba provocando ese imparable terremoto que era la yo que añoro y admiro. Aquello de lo que me enorgullecía ya no está ahí. Lo notaréis en mis palabras, en el tiempo que he tardado en decidirme a pasarme por aquí o en lo que tardaré en hacerlo de nuevo. Necesito ese empujón que me emergerá de dentro si el horizonte vuelve a ser brillante. Y no me valen medias verdades. Debe ser resplandeciente para volver a hacer que todo gire como deba.
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