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Una Semana de Luces #004

¿Sabes cual es la sensación de flotar sobre tu cuerpo? Como estando en el mismo lugar, pero solo en parte. Y a veces no sabes que parte está. Si esque tu cuerpo se quedó atrás y tu mente huyó a algún otro sitio, o es tu cuerpo el que está donde tiene que estar, mientras tu consciencia se ausenta a ese sitio desconocido. Siempre partido en dos. Como que no hay forma, o cada vez es más difícil, ser y permanecer feliz. Yo no quiero perderlo. No quiero volver a lo peor. A las tardes oscuras, los dolores de cabeza y las ganas siempre frustradas de llorar bajo bombillas amarillentas. Yo quiero ser feliz en colores. Pasar las tardes en azul y naranja y las mañanas en verde y rosa. Los atardeceres y las risas no pueden tornarse grises y las mañanas no deben ser marrones. La noches de todo, menos negras.

Y quién sabe.

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Me resultas misteriosa. Como un giro brusco en la noche. Aunque seas luz dorada. Te imagino escabulléndote y escondiéndote del mundo en la oscuridad; intentando encontrar algún lugar donde estar, pero nunca te quedas quieta. Como si solo pudiera ver tu brillante reflejo doblar la esquina. Y unos ojos iluminan la neblina y me reflejan perfectamente de vuelta si te persigo. Pero vuelves a desaparecer; curiosa. La noche es tu cabeza. Quisiera entenderla un poco mejor. Y mirar a través de esos ojos resplandecientes. Entender cómo es que son el mejor espejo, y el más justo que he encontrado. Sólo consigo verte cuando amanece. Un gran zorro de pelaje color miel. Te paras a observar el sol salir, te tumbas y la tensión del cuerpo se te desvanece. A pocos metros incluso me miras, expectante. Luego viene el día, y eres tan inofensiva... Te paseas disfrutando de todo. Corres con el viento. Te paras a mirar el cielo moverse. El horizonte parece infinito cuando te detienes en seco a entenderlo. Feliz. O eso parece. Pero la astucia y el misterio sigue ahí, en tus ojos; en ese reflejo vidrioso y oscuro. Por más que brille el sol en su pelaje, el interrogante no se marcha jamás del vacío. De nuevo el atardecer. Te inquieta. Y para cuando el cielo esta en llamas rosadas, tu ya te has ido. A correr. A buscar lo que no vemos los demás. Lo que no has visto tú tampoco, pero confías está por ahí; esperándo a alguien que lo encuentre. Ojalá algún día volviera a verte, y quisieras contarme todo lo que has aprendido buscando Vivir.


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