¿Se trata de tener la sensación de que hay algo que no estoy haciendo bien sabes?
Cada vez que entras en mi vida de nuevo, como si nada, como si pertenecieras allí; me inunda en una milésima de segundo un sentimiento comprimido. Empieza en el estómago, recorre mis extremidades jugándo con las fibras de todos mis músculos, llegando a la cabeza y dejándola totalmente fuera de combate.
Durante una milésima de segundo, me recorre ese sentimiento comprimido.
En un primer momento se muestra indescriptible y anónimo. No hay más.
Pero tu estrategia tiene un pequeño fallo. Y esque que si abusas de ese pequeño poder que tienes sobre mí, me acostumbro. Al principio, le encuentras el gusto, en lugar de pegar un bote en el sitio, cada vez que llega.
El siguiente paso es crucial. Poco a poco, identificas todo lo que te produce esa sensación; vas desfragmentando esa milésima, descubriendo que oculta tras la ráfaga de electricidad. Con todos es algo distinto.
Pero ahora llega de veras el momento en que me doy cuenta de que estás fallando. Irreversiblemente. Dejo de sentirlo. La chispa, la ráfaga, el relámpago. Han desaparecido. Y me pregunto todavía si tuvo que ver conmigo, si la culpa la tuve yo, o fuiste tú. Temerosa, avanzo hacia la respuesta, consciente de que cuanto más me acerque, menos magia habrá, y más lejos estaré de tí. Me sorprende descubrir que era a eso a lo que tenia miedo, después de todo lo que hemos pasado; tenía miedo a perderte, pero no a tí exactamente. Quizás fuera al futuro que nunca tuvimos. O quizás tuviera miedo de perder esa sensación del todo.
Aunque ya es tarde para dar marcha atrás, yo ya no puedo hacer nada. Imagino que estará en tus manos y en las del destino, pero me sigue costando ceder.
De verdad que no quiero perderte. Lo prometo. Pero temo, cada segundo más, que no haya vuelta atrás o lugar al que volver.
Cada vez que entras en mi vida de nuevo, como si nada, como si pertenecieras allí; me inunda en una milésima de segundo un sentimiento comprimido. Empieza en el estómago, recorre mis extremidades jugándo con las fibras de todos mis músculos, llegando a la cabeza y dejándola totalmente fuera de combate.
Durante una milésima de segundo, me recorre ese sentimiento comprimido.
En un primer momento se muestra indescriptible y anónimo. No hay más.
Pero tu estrategia tiene un pequeño fallo. Y esque que si abusas de ese pequeño poder que tienes sobre mí, me acostumbro. Al principio, le encuentras el gusto, en lugar de pegar un bote en el sitio, cada vez que llega.
El siguiente paso es crucial. Poco a poco, identificas todo lo que te produce esa sensación; vas desfragmentando esa milésima, descubriendo que oculta tras la ráfaga de electricidad. Con todos es algo distinto.
Pero ahora llega de veras el momento en que me doy cuenta de que estás fallando. Irreversiblemente. Dejo de sentirlo. La chispa, la ráfaga, el relámpago. Han desaparecido. Y me pregunto todavía si tuvo que ver conmigo, si la culpa la tuve yo, o fuiste tú. Temerosa, avanzo hacia la respuesta, consciente de que cuanto más me acerque, menos magia habrá, y más lejos estaré de tí. Me sorprende descubrir que era a eso a lo que tenia miedo, después de todo lo que hemos pasado; tenía miedo a perderte, pero no a tí exactamente. Quizás fuera al futuro que nunca tuvimos. O quizás tuviera miedo de perder esa sensación del todo.
Aunque ya es tarde para dar marcha atrás, yo ya no puedo hacer nada. Imagino que estará en tus manos y en las del destino, pero me sigue costando ceder.
De verdad que no quiero perderte. Lo prometo. Pero temo, cada segundo más, que no haya vuelta atrás o lugar al que volver.
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