¿Puedes tener sentimientos tan contradicctorios hacia una persona?
Yo creía que no, pero no es precisamente la experiencia la que habla. Ha habido momentos. Instantes. En los que he podido ver las cosas claras. Pero segundos más tarde vuelvo a encontrarme con la vista emborronada, y sin camino que seguir.
Es gracioso eso de los caminos. Me hace recordarte y sé que hay algún lugar de mi corazón del que te resistes a salir ¿Pero porque iba a quererte? ¿Que puedo o debo esperar de alguien que sin saberlo te decepciona una y otra vez?
Un paso hacia delante, dos hacia atrás.
Será cierto que me equivoque contigo y que no hay más que hablar, pero creo que no soporto la idea de perderte.
Me pregunto si algun día conseguirás merecerte este sentimiento.
No hemos hecho nada mal. Lo sé.
Ninguno tiene la culpa. Lo sé
No tengo otra opción cuando se trata de tí, que pensar. En todo y en nada. Da lo mismo, no cambiará la realidad. Y la realidad es esta, lo quiera o no.
Esta es la realidad en la que yo me levanto por la mañana, doy un paso y me obligo a superarlo porque no me queda otra. Estás pero no te conozco. Me pincho y te necesito. Pero no estás ahí.
Convénceme de que no te necesito. Empieza por demostrarme que tu tampoco.
Llega la tarde. Ocupo mi mente con otras cosas. La lleno, reciclo y exploto. Todo al mismo tiempo para no pensar en este sentimiento que me invade y me quita la energía lentamente.
Aquí llega el salvador. Tan culpable e inocente como cualquiera. Aquel que debe rescatarme de las noches más estériles y los pensamientos más oscuros. Y me los provoca.
Ahonda en mis heridas, pretendiendo curarlas con amor; sin darse cuenta de el dolor que me hace sentir.
No estoy preparada todavía.
Perdóname que quiera creer en tí; en que me salvas.
Perdóname porque sé que no es posible.
Yo creía que no, pero no es precisamente la experiencia la que habla. Ha habido momentos. Instantes. En los que he podido ver las cosas claras. Pero segundos más tarde vuelvo a encontrarme con la vista emborronada, y sin camino que seguir.
Es gracioso eso de los caminos. Me hace recordarte y sé que hay algún lugar de mi corazón del que te resistes a salir ¿Pero porque iba a quererte? ¿Que puedo o debo esperar de alguien que sin saberlo te decepciona una y otra vez?
Un paso hacia delante, dos hacia atrás.
Será cierto que me equivoque contigo y que no hay más que hablar, pero creo que no soporto la idea de perderte.
Me pregunto si algun día conseguirás merecerte este sentimiento.
No hemos hecho nada mal. Lo sé.
Ninguno tiene la culpa. Lo sé
No tengo otra opción cuando se trata de tí, que pensar. En todo y en nada. Da lo mismo, no cambiará la realidad. Y la realidad es esta, lo quiera o no.
Esta es la realidad en la que yo me levanto por la mañana, doy un paso y me obligo a superarlo porque no me queda otra. Estás pero no te conozco. Me pincho y te necesito. Pero no estás ahí.
Convénceme de que no te necesito. Empieza por demostrarme que tu tampoco.
Llega la tarde. Ocupo mi mente con otras cosas. La lleno, reciclo y exploto. Todo al mismo tiempo para no pensar en este sentimiento que me invade y me quita la energía lentamente.
Aquí llega el salvador. Tan culpable e inocente como cualquiera. Aquel que debe rescatarme de las noches más estériles y los pensamientos más oscuros. Y me los provoca.
Ahonda en mis heridas, pretendiendo curarlas con amor; sin darse cuenta de el dolor que me hace sentir.
No estoy preparada todavía.
Perdóname que quiera creer en tí; en que me salvas.
Perdóname porque sé que no es posible.
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