... cuando solo ves Sombra ...
El mundo es un lugar frío. Un sitio vacío. Lo es porque desde hace mucho tiempo, las almas de los hombres y mujeres que lo pueblan, se han aprovechado de su energía.
El mundo brillaba. Nosotros, los caminantes que nos servimos de su inercia para sobrevivir; hemos derivado en una raza de egoístas y tiranos. Y de eso se compone la sociedad. Hemos acabado por drenar absolutamente todo de lo que hemos sabido abusar, hasta dejar esa mínima parte que todavía nos supone a nosotros; los soñadores, un ápice de esperanza, para que los buenos entre nosotros sepan salvarnos de nuestra propia condena. Tan estúpido es todo, que se han convencido de que en su búsqueda del Todo abstracto, que se halla al abrazar la vida; lo que les ayuda es lo material. No tienen ni idea. Y a la vez si la tienen. Lo saben, y por no conocer mayor certeza y seguridad que esa, temen perderle la carrera al de al lado. Y cada vez que uno de nosotros comete esas acciones en contra de la naturaleza humana - la nuestra; la del errante de los grandes sueños - nuestra proctectora muere un poco, tiene menos fuerzas para llevarnos por nuestro camino. Ocurre que un buen humano, perfecto en su natural imperfección; comete errores, pero el curso de su línea concibe la misma cantidad de aciertos, cada uno de ellos que nutre la energía concéntrica que nos agarra.
Nuestra libertad como raza, sin embargo, nos ha llevado a ser tal y como somos ahora. Nos ha llevado a descubrir la guerra y la diplomacia, la bomba y la medicina, la muerte más dolorosa y devastadora y la vida en su estado más puro. En el día a día prevalecen y siempre ganarán los errores y las puñaladas, lo oscuro y los ojos huecos; a la luz. Gastaremos la energía hasta que no quede nada aquí que salvar; hasta que no quedemos nosotros mismos siquiera.
Un día, el contenedor de caminos y de caminantes, el mundo; respirará profundo y tranquilo.
Siete veces.
Después, estará dispuesto a dejar que otros lo pueblen de nuevo y abusen de él, esperándo siempre que esta vez, las cosas vayan mejor. Porque el único buen y gran corazón, es el de los que son hijos de la tierra y la comprenden en su entereza, y el suyo propio. Y la tierra, quiere caminantes que la quieran.
Quiero saber, porqué de pronto todo momento; todo pretexto me parece bueno para llorar. Parece que los últimos años sin derramar una lágrima, se me han venido encima ahora. Los nervios y mis sentimientos a flor de piel parece que han venido para quedarse, y es por tristeza y pesadumbre. Caminar se hace cuesta arriba. Me siento sola como nunca. Con menos ganas para aguantar las convenciones. Menos querida de lo que lo he sido siempre. Menos guapa, menos especial, menos original, menos despierta, menos fuerte. Menos yo.
El mundo es un lugar frío. Un sitio vacío. Lo es porque desde hace mucho tiempo, las almas de los hombres y mujeres que lo pueblan, se han aprovechado de su energía.
El mundo brillaba. Nosotros, los caminantes que nos servimos de su inercia para sobrevivir; hemos derivado en una raza de egoístas y tiranos. Y de eso se compone la sociedad. Hemos acabado por drenar absolutamente todo de lo que hemos sabido abusar, hasta dejar esa mínima parte que todavía nos supone a nosotros; los soñadores, un ápice de esperanza, para que los buenos entre nosotros sepan salvarnos de nuestra propia condena. Tan estúpido es todo, que se han convencido de que en su búsqueda del Todo abstracto, que se halla al abrazar la vida; lo que les ayuda es lo material. No tienen ni idea. Y a la vez si la tienen. Lo saben, y por no conocer mayor certeza y seguridad que esa, temen perderle la carrera al de al lado. Y cada vez que uno de nosotros comete esas acciones en contra de la naturaleza humana - la nuestra; la del errante de los grandes sueños - nuestra proctectora muere un poco, tiene menos fuerzas para llevarnos por nuestro camino. Ocurre que un buen humano, perfecto en su natural imperfección; comete errores, pero el curso de su línea concibe la misma cantidad de aciertos, cada uno de ellos que nutre la energía concéntrica que nos agarra.
Nuestra libertad como raza, sin embargo, nos ha llevado a ser tal y como somos ahora. Nos ha llevado a descubrir la guerra y la diplomacia, la bomba y la medicina, la muerte más dolorosa y devastadora y la vida en su estado más puro. En el día a día prevalecen y siempre ganarán los errores y las puñaladas, lo oscuro y los ojos huecos; a la luz. Gastaremos la energía hasta que no quede nada aquí que salvar; hasta que no quedemos nosotros mismos siquiera.
Un día, el contenedor de caminos y de caminantes, el mundo; respirará profundo y tranquilo.
Siete veces.
Después, estará dispuesto a dejar que otros lo pueblen de nuevo y abusen de él, esperándo siempre que esta vez, las cosas vayan mejor. Porque el único buen y gran corazón, es el de los que son hijos de la tierra y la comprenden en su entereza, y el suyo propio. Y la tierra, quiere caminantes que la quieran.
Comentarios
Publicar un comentario