Se suele decir que con el paso del tiempo se gana perspectiva sobre estos temas. Que al cabo de un tiempo prudencial, somos capaces de mirar atrás sin carga sobre nuestros hombros, y reconocer en que momento empezaron las señales, cuales fueron nuestros errores, que cosas fueron aquellas que no supimos ver... o por los menos ser capaces de perdonar y cerrar heridas cuando sabemos que dependía de otros.
La idea de todo eso me parece muy bonita e idílica y me encantaría dar ese paso para avanzar hacia algo nuevo y mejor. Pero perdona, no puedo.
Parece que me siento aquí, impasible una vez más a contemplar como todo se me escapa de las manos, sin dejar ni rastro, pretendiendo hacer tiempo para que se termine ese periodo de "tiempo prudencial". Para comprobar, aunque sea una vez que es lo que estoy haciendo tan mal. Cual es mi error. Quizás en el momento en que descubra como consigo fastidiarlo todo siempre se me quite este horroroso peso de encima de una vez por todas y para siempre y sea capaz de sentirme libre.
¿Pero libre? ¿Libre para qué? Para lo único para lo que me ha servido esa libertad tan ansiada hasta ahora ha sido para hacerme daño a mi misma y me que me lo hagan a mi.Y ahora mismo no estoy segura de querer seguir siendo esa persona vulnerable a la que todo el mundo es capaz de herir.
Me importe o no.
Quiera o no.
No quiero seguir siendo la niña que aprendió a base de palos. La que cree que todo lo malo le pasa a ella y es incapaz de mirar a su alrededor, nublada por la tristeza. La que tiene que reconocer muy a su pesar, después de tres años, que ha olvidado lo que es ser feliz. No lo recuerdo. No se lo que es. Cómo se siente.
Sé que antaño lo fui, y por eso se que puedo serlo ¿Pero que fue aquello que me hizo cambiar tanto como persona? ¿Cuando perdí la capacidad de sentir esa alegría?
En éste punto es en el que me planteo por enésima vez desde que comenzó todo esto, ¿Qué tipo de persona soy ahora? ¿Me gusta ser así? ¿Hay algo en este mundo mortal que pueda hacer yo para cambiarlo sin engañarnme a mí misma o a los que me rodean?
Sinceramente, y como muchas otras cosas, lo desconozco.
Es una de esas eternas e interminables batallas que se libran sin tregua en mi interior.
Y lo peor de todo es que yo lo permito. Lo permito porque me dá igual. No conozco otra cosa.
La idea de todo eso me parece muy bonita e idílica y me encantaría dar ese paso para avanzar hacia algo nuevo y mejor. Pero perdona, no puedo.
Parece que me siento aquí, impasible una vez más a contemplar como todo se me escapa de las manos, sin dejar ni rastro, pretendiendo hacer tiempo para que se termine ese periodo de "tiempo prudencial". Para comprobar, aunque sea una vez que es lo que estoy haciendo tan mal. Cual es mi error. Quizás en el momento en que descubra como consigo fastidiarlo todo siempre se me quite este horroroso peso de encima de una vez por todas y para siempre y sea capaz de sentirme libre.
¿Pero libre? ¿Libre para qué? Para lo único para lo que me ha servido esa libertad tan ansiada hasta ahora ha sido para hacerme daño a mi misma y me que me lo hagan a mi.Y ahora mismo no estoy segura de querer seguir siendo esa persona vulnerable a la que todo el mundo es capaz de herir.
Me importe o no.
Quiera o no.
No quiero seguir siendo la niña que aprendió a base de palos. La que cree que todo lo malo le pasa a ella y es incapaz de mirar a su alrededor, nublada por la tristeza. La que tiene que reconocer muy a su pesar, después de tres años, que ha olvidado lo que es ser feliz. No lo recuerdo. No se lo que es. Cómo se siente.
Sé que antaño lo fui, y por eso se que puedo serlo ¿Pero que fue aquello que me hizo cambiar tanto como persona? ¿Cuando perdí la capacidad de sentir esa alegría?
En éste punto es en el que me planteo por enésima vez desde que comenzó todo esto, ¿Qué tipo de persona soy ahora? ¿Me gusta ser así? ¿Hay algo en este mundo mortal que pueda hacer yo para cambiarlo sin engañarnme a mí misma o a los que me rodean?
Sinceramente, y como muchas otras cosas, lo desconozco.
Es una de esas eternas e interminables batallas que se libran sin tregua en mi interior.
Y lo peor de todo es que yo lo permito. Lo permito porque me dá igual. No conozco otra cosa.
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